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Mañana me quitarán los vendajes. Me pregunto: ¿veré media naranja, media manzana o medio rostro de mi madre con el ojo que me queda? No vi la bala pero sentí su dolor que explotaba en mi cabeza. Su imagen no se desvaneció, el soldado con una gran arma, manos nerviosas y una mirada en sus ojos que no pude entender. Lo veo aún claramente con mis ojos cerrados. Quizás en nuestras cabezas todos tenemos un par de ojos de más para reemplazar los que perdemos. El mes próximo, de cumpleaños, tendré un nuevo ojo de vidrio. Tal vez las cosas se verán curvadas y gruesas en el medio. He mirado a través de todas mis canicas y ellas hacen que el mundo se vea raro. He oído que alguien de nueve años también ha perdido un ojo. Me pregunto si mi soldado fue quien le disparó -un soldado en busca de niñas que lo miran a los ojos. Ya tengo edad suficiente, casi cuatro años. He visto suficiente de la vida pero ella es una bebita que no sabe nada. Del diario de un niño de casi cuatro años/Hanah Ashrawi, 1946
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La escritura es la sombra de las cosas, su olor lejano. No escribimos cosas que ya sucedieron, sino sus sombras. Escribimos sobre ello, escribimos la sangre que se ha secado. ¿Cómo podemos escribir dolor, terror, horror, hambre, muerte...? Incluso, si fueras un genio; ¿podrías escribir el sentimiento de un padre cuya familia fue masacrada? ¡Frente a él, lentamente, y con cuchillos afilados! ¡O el de una madre que jugaba con su único hijo y el misil lo partió por la mitad ante sus ojos! ¿Cómo se puede escribir el dolor de un cadáver mutilado por un perro? ¿Lograrás entender los sentimientos del perro? ¡Deja eso! Mejor describirme con las palabras y las frases que necesitas ¡los sentimientos de un ser humano mientras se come un cadáver! Esto ocurrió hace poco tiempo en un país llamado Siria en el siglo veintiuno. EN SIRIA/Khalaf Alí Alkhalaf (Al Raqa, Siria, 1969) Traducción Amal Fares
Si tuviera un jardín por corazón lanzaría a los árboles tu nombre haría que la hierba creciera hacia tu casa y que las blancas flores iluminaran la distancia oscura entre tu corazón y el mío. Si tuviera un jardín por corazón dejaría que el malva de las flores creciera a los pies de un soldado que apunta con el fusil al corazón de un niño, le empujaría a ver lo bello que crece sobre el suelo, y a lo mejor se agacharía a contemplar la belleza que crece a sus pies y se olvidaría de disparar a los seres vivos. Si tuviera un jardín por corazón convertiría los árboles en lechos y en bancos para los amantes, a ninguno dejaría esperando en un banco, y a ninguna sin un lecho de amor, ni dejaría que la madera de las estaciones se hiciera eco de la espera. Si tuviera un jardín por corazón extendería las raíces de las hayas de esta ciudad hacia los olivos del jardín de nuestra casa de campo en Kobane, las regaría con el agua de mi corazón y las vincularía al naranjo que hay junto a mi ventana en la casa de Alepo; les hablaría de países donde la gente no se mata entre sí, de países donde no mueren niños bajo los escombros, de países donde la gente crece, envejece, encanece en compañía de los que más quieren, y es enterrada en cementerios dignos. Si tuviera un jardín por corazón sería la madera de tu cama, la madera de la silla en la que te sientas para trabajar, la madera de tus utensilios de cocina, la madera del suelo de tu casa, y la madera de tu duro corazón. Si tuviera un jardín por corazón te amaría con el corazón de mil árboles, mil flores, mil brotes de hierbas silvestres y este corazón mío … Si tuviera un jardín por corazón transformaría en árboles todo el hierro del mundo pues solo los jardines no hieren el corazón de los seres vivos, y solo los jardines se alzan en contra de las guerras. Si tuviera un jardín por corazón haría de mi cuerpo hierba para tu cuerpo, de mi pecho granada para tu mano, de mi ombligo copa de vino tinto para tu boca, de mi oído ave de amor para tus poemas y los míos, y flores que crecieran en las fronteras de nuestro país por mil años y un exilio. Si tuviera un jardín por corazón/ Widad Nabi (1985, Kobane, Siria) Traducción de Carmen Ruiz Bravo-V.