"La crítica −la más violenta, implacable e intransigente− debe dirigirse no contra el parlamentarismo o la acción parlamentaria, sino contra los jefes que no saben −y más aún contra los que no quieren− utilizar las elecciones parlamentarias y la tribuna parlamentaria a la manera revolucionaria, a la manera comunista. Sólo esta crítica −unida, naturalmente, a la expulsión de los jefes incapaces y a su sustitución por otros más capaces− constituirá una labor revolucionaria provechosa y fecunda, que educará simultáneamente a los “jefes”, para que sean dignos de la clase obrera y de las masas trabajadoras, y a las masas, para que aprendan a orientarse como es debido en la situación política y a comprender las tareas, a menudo en extremo complejas y embrolladas, que se desprenden de semejante situación."
— Vladimir Lenin: [*La enfermedad infantil del "izquierdismo" en el comunismo*]( ), pp. 72-73

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