La represión transnacional del régimen sandinista ha cruzado todas las fronteras. Hoy, la periodista Jennifer Ortiz (@ortizperiodista) enfrenta un riesgo real e inminente por su valentía al denunciar la corrupción y el aparato de desinformación que sostiene a la dictadura. Su caso nos recuerda que ningún país es completamente seguro cuando el autoritarismo opera sin límites y la impunidad se extiende más allá de Nicaragua.
Costa Rica, que por años fue refugio para miles de exiliados, vive hoy una creciente vulnerabilidad: la presencia de redes de espionaje, sicariato, la intimidación digital y las amenazas indirectas han creado un ambiente de inseguridad que no podemos seguir ignorando. El silencio institucional y la lentitud de la protección internacional ponen en riesgo vidas y libertades concretas.
Expreso mi solidaridad y respaldo absoluto a Jennifer Ortiz, una periodista íntegra que ha mantenido viva la voz de la verdad, memoria histórica frente a la censura y el miedo. Protegerla no es solo un deber moral: es una responsabilidad colectiva de la diáspora, de los defensores de derechos humanos y de toda persona que crea en la libertad de prensa.
Hago un llamado respetuoso pero enérgico a las autoridades costarricenses y a la comunidad internacional a garantizar medidas efectivas de protección, y a nuestra diáspora a movilizarse con urgencia: acompañar, visibilizar y apoyar.
🕊️ A la ciudadanía nicaragüense en el exilio y dentro del país, a los organismos internacionales de derechos humanos, a las embajadas democráticas y a los medios libres del continente:
actuemos ya. Jennifer Ortiz no puede quedar desprotegida ni silenciada. Que cada voz, cada gestión y cada apoyo cuenten hoy para resguardar su vida y su labor.
Porque defender a una periodista nicaragüense amenazada es defender el derecho de todo un pueblo a saber la verdad.
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