Este me ha parecido siempre el columpio más triste del mundo. No solo por ser, en fin, UN columpio cuando todo el mundo sabe que Dios quiso que se instalaran de dos en dos (aaaleluya, hermano), sino por la invitación a «algo más» de ese soporte único que se autopercibe como incompleto. A este columpio venía Tim Burton. Cuando llovía.

