Independizarse no es un capricho ni un lujo, es una necesidad. Y quien diga lo contrario no tiene ni idea de lo que es verse privado de la posibilidad de construir una existencia propia, autónoma. Lo que esa situación repercute en términos de salud mental y hasta qué punto desgasta las relaciones familiares (o del tipo que sean) en el seno de la vivienda compartida.