Me aburro tanto con mis obligaciones que, para escaquearme, escribo trocitos de novelas que no voy a escribir. Este es un trocito.
"Reconocí ese moño varios bancos por delante de mí, dispuesto de modo que sus orejas quedaban tapadas con el pelo ensortijado que se recogía como una coliflor flamenca a la altura de la nunca. Yo tenía fichadas a las poquísimas personas que acudían a esa iglesia fuera de los horarios de misa. Bueno, fichados sus cogotes, porque yo siempre me sentaba atrás, alejado de las primeras filas. Seguía la misma lógica que en el instituto, la misma que en la universidad. Las primeras filas, para los más devotos perpetradores del sistema de creencias establecido. Aunque de esos, en la iglesia, me estaba encontrando más bien pocos. Estos edificios, que ocupan los lugares más prominentes de Salamanca, cada vez tienen un papel más marginal en su vida social. O al menos eso creo. O al menos esa fue la creencia -que las iglesias ya no se usaban- que me motivó a empezar a usarlas yo sin creer para nada en Dios.
La chica del moño, por cierto, tampoco creía. Bien tapaditos con el pelo llevaba unos auriculares bluetooth. Y por el bailecito de sus botas sobre el suelo sacro no creo que estuviera oyendo cantos gregorianos. La tenía bien calada."
Ayer en mi taller de novela un alumno nos estuvo enseñando como está utilizando ChatGPT para escribir la suya.
Mi alumno es un publicista senior que trabaja en agencias importantes. Controla muy bien la herramienta, y ha pasado horas y horas entrenándola para que le ayude con el “mapa” de la novela, es decir, la estructuración de los acontecimientos que componen las tramas y la subtramas.
Para ello, ha escrito una ingente cantidad de material original sobre su novela con el fin de dotar a la IA de toda la información necesaria. Y luego ha pasado horas extrayendo y seleccionando resultados hasta lograr varias versiones de ese mapa.
Ayer nos estuvo explicando su método. Y otra alumna nueva del taller nos dijo que ella también está usando la IA para lo mismo.
De momento, los resultados de mi alumno publicista son excepcionales. Su uso de la IA es imperceptible en su texto final. Porque no la usa para escribir la novela, sino para pensarla, para estructurarla, para la visión macro del conjunto. El armazón no es obra de la IA; la IA solo ordena las vigas maestras que él ha creado de forma desordenada.
(Aclaración: como profesor de un taller privado de escritura creativa para adultos, yo no tengo ninguna autoridad para imponer una visión ética del uso de la IA entre mis alumnos. Lo que me toca es escuchar y entender cómo están viviendo su proceso y ayudarles a lograr que escriban la novela que quieren escribir, como ellos la quieran escribir.)
Y desde esa posición humilde, lo que ayer me quedó claro es que a partir de ahora la IA va a ser una asistente creativa para algunos de mis alumnos, y que tengo que aprender cómo la están usando.
La otra cosa que me quedó clara es que los profesionales de la narrativa más comercial (best-sellers, series, cine palomitero, etc) deben estar tirando ya a saco de IA como asistente de ciertas operaciones como la que he descrito.
Bueno, pues ya tenemos todo listo para empezar a publicar "El cura y el barbero", mi nuevo podcast realizado con mi amigo y colega Alberto Torres Blandina, en el que comentamos y explicamos los clásicos de la literatura española con nuestro particular enfoque (un poco como vengo haciendo por aquí).
Tenemos dos portadas y quería yo preguntaros cual os gusta más. A mí me gusta más una y Alberto más otra, así que necesitamos terceras opiniones para desempatar. :blobcatthx:
#podcast #literatura
Tengo un favor que pediros.
Acabo de sacar un libro. Se llama “Martillos o ciudades” y propone una filosofía de vida online para “usar sin ser usado”.
Con este libro quise que el medio fuera el mensaje. Y por ello renuncié a venderlo en Amazon y a promocionarlo en redes sociales corporativas. Además, decidí que lo regalaría con licencia libre su versión en epub.
Por todo ello, mi único medio para promocionarlo entre gente más allá de mi círculo de proximidad es Mastodon.
Así que ahí va el favor: Ayúdame a encontrarle lectores.
Dale una oportunidad tú mismo y échale un ojo al epub. Es gratis. Lo tienes en el link de abajo.
Difunde este mensaje. O si te gusta el libro, difunde el epub entre tu gente.
O, si te lo puedes permitir, considera la posibilidad de comprar un ejemplar en papel. Fue manufacturado en una imprenta familiar de Salamanca para apoyar el pequeño comercio local, y está impreso en papel reciclado. También lo tienes en el link de abajo.
En fin, gracias por ayudarme a que salga bien esta apuesta mía por las redes alternativas. Creo que así también alentamos a otras creadoras y creadores de Mastodon a tomar el mismo camino.
Y de paso mil gracias a los que ya habéis apoyado el libro de un modo u otro. :ablobcatheartsqueeze:
Libros – Miguel Espigado
Creo que a todos nos surgen oportunidades para jugar a ser capitalistas neoliberales en miniatura.
Acabo de recibir el presupuesto de una imprenta digital local para imprimir mi nuevo libro. Su presupuesto triplica el precio de lo que cuesta hacerlo en el servicio KDP de Amazon.
El neoliberal que vive dentro de mí dice: no son competitivos, se están columpiando demasiado del precio del mercado, de qué van, con todo el trabajo que te ha costado escribir el libro, al final los beneficios de su venta van a ir para la imprenta, no es justo: Amazon.
Por suerte, he hecho un compromiso público de no usar Amazon ni ninguna otra mega empresa, así que el neoliberal está jodido.
Con todo, también es posible que la imprenta local tenga que replantearse un poquito sus precios. Los negocios locales no dejan de ser negocios y como tal, su ética hacia el consumidor puede ir de nefasta a magnífica.
Mi solución intermedia ha sido escribirles preguntándoles si pueden ajustar un poco más el precio, dado que su presupuesto triplica el precio de mercado impuesto. Les explico que quiero imprimir en local por razones éticas y estoy dispuesto a pagar más, pero que me ayudaría que lo bajaran un poco. Y que si no puede ser, no pasa nada.
En fin, ha sido un correo muy raro de escribir, porque está fuera de la lógica pragmática que impera en una comunicación comercial. El factor ético debe ser reducido a una ecuación matemática. ¿Cuánto pueden rebajar para seguir cobrando un precio justo para ellos, teniendo en cuenta que yo acepto pagar más solo por principios?
Otro día en 2025, folks. A ver qué me responden.
Hay una cosa que me molesta bastante: Cuando se defiende la cultura de entretenimiento como la propia de la clase obrera, de la gente pobre, de la gente de la calle, del pueblo, etc.
Según esta visión, el pueblo -las clases populares-, con la cultura, solo quieren entretenerse, pasar el rato y distraerse, aliviar sus penas, reírse, sentir emociones bonitas y, sobre todo, no pensar.
Y quien vaya contra esta idea de cultura es un snob, un elitista.
Para mí, esta visión de lo popular es reaccionaria y estupidizante.
Mentes inquietas, insatisfechas, que aspiran a profundizar, que piensan, que ansían liberarse de los códigos establecidos, que buscan conocer y sentir aunque duela y agite y perturbe, mentes, en definitiva, que no rehuyen la complejidad, sino que la abrazan, nacen en todas las casas, en todos los barrios, en todos los países.
Y para que esas personas desarrollen su identidad lo primero es reconocer que la ambición cultural es universal, y no propia de una clase privilegiada.
Y por lo mismo, que la cultura de entretenimiento no reivindica ningún valor inherente a las clases populares.
“Es que los jóvenes de ahora ya no se esfuerzan/sacrifican/sufren/ como antes. Son la generación de cristal”.
Pos claro. Y bien que hacen. Porque de eso va el progreso social: de tolerar menores cantidades de sufrimiento propio y ajeno.
Y ese es el único progreso que realmente importa: atenuar el dolor de vivir.
“No, no, el dolor es importante”.
Pos claro. ¿Acaso están los jóvenes ERRADICANDO el DOLOR?
Ja. Como si se pudiera.
La defensa de la escuela del dolor es siempre reaccionaria.