Hoy en "reinterpretaciones de dichos":
- No fue un adelantado a su tiempo; es que vivió en un tiempo de retrasados.
- Quien ignora la historia está condenado a repetirla. Pero quien ignora el presente está condenado a perpetuarla.
Utilizo un programa de dj para escuchar música y además produzco podcasts musicalizados.
Eso hace que, cada vez que escucho música, esté viendo la representación visual de su onda, de su dinámica.
Según el dibujo de esa onda diferencio dos tipos de música:
- música cuadrada
- música de cordillera.
La cuadrada es la que tiene una onda que es como un bloque horizontal: un rectángulo compacto de principio a final, sin apenas irregularidades. Si uno la amplía, verá que ese bloque en verdad tiene forma de peine de cerdas muy juntitas que, de lejos, se amalgaman en un rectángulo.
Ahí cabe la mayoría de la música pop/rock/indi/EDM “animado”, es decir, la que se puede bailar o cantar a gritos, la que suena “potente”, y que ponen en la radio para que la gente se espabile, esa que se oye en todos los chiringuitos playeros y escenarios principales de los festivales; esa que va de venirse arriba.
Es la música más fácil de pinchar si eres dj porque es como encajar piezas de lego.
Los productores de música comercial tienden ademas a producir cualquier canción para dejarla “cuadrada” (aunque no lo sea). Es música que nunca pierde volumen ni presencia, ideal para la escucha tipo “radio”.
Y luego está la música de cordillera.
Esa tiene una onda que es como si miraras la cuerda de una cordillera montañosa al atardecer, cuando una silueta se recorta contra el cielo. Es irregular: tiene crestas, riscos, valles, pendientes, llanuras: una irregularidad constante.
Aquí cabe la mayoría de la música clásica contemporánea y la música experimental, desde bandas sonoras a electrónica compleja.
Esta música es muy difícil de pinchar: es como intentar encajar piezas rotas de diferentes jarrones.
Como oyente, cada vez me decanto más por la música cordillera, y cada vez me alejo más de la música cuadrada. Ya es ver una onda cuadrada en la pista de audio y sé casi fijo que esa canción no va a ser para mí.
Síganme para más reflexiones snob sobre cultura contemporánea.
He estado leyendo un artículo sobre “no askers”, es decir, gente que no pregunta, sino que solo habla de lo suyo.
Tú te interesas por sus cosas, le escuchas, le preguntas, pero los papeles nunca se invierten. No habrá reciprocidad.
En general, me esfuerzo por no ser un no-asker, y me gustaría hacerlo también en Mastodon. No quiero usar esta red social solo para contar mis movidas.
Pero reconozco que, a veces, por falta de confianza, me cuesta comentar las movidas de las demás. La gente no siempre quiere interactuar.
Aunque yo lo intento.
También uso los favs como una forma rudimentaria de interacción, para que sepas que me ha llegado lo que has escrito, por una razón u otra.
Y luego está la opción de preguntar. Así que os pregunto, ¿qué tal estáis?
Hoy toca estudiar a Pablo Neruda, un poeta absolutamente deslumbrante, y un icono del comunismo internacional durante generaciones.
En vida Neruda escribió los más maravillosos versos de su tiempo, y ademas:
- Violó a su criada cuando era cónsul en Sri Lanka (confesado por él mismo).
- Abandonó a su suerte a su hija, que nació con hidrocefalia, y a la madre de la criatura. La hija murió en la pobreza a los 9 años, sin que Neruda la visitara o apoyara económicamente.
- Engañó a sus esposas, manteniendo múltiples relaciones simultáneas.
- Idolatró a Stalin hasta el final de su vida (Neruda murió en 1973), cuando ya se conocían todas las atrocidades que el dictador ruso había cometido.
¿Cuál es mi posición al respecto?
Pues la misma que con casos más recientes y sutiles, como el de Neil Gaiman o el de J.K. Rowling u otros maravillosos escritores que han resultado tener una calidad humana de lo más cuestionable.
Mi lema siempre es: adora la obra; jamás adores al autor. Sé fan de la obra; jamás de quien la escribió.
Los autores no merecen ninguna idolatría; sus libros sí.
Porque la obra, en el momento en que el autor la publica, ya no le pertenece.
Se ha escindido del autor y ya tiene su propia vida, autónoma e independiente de la del autor.
Al autor le siguen perteneciendo sus derechos de explotación, sí, pero la obra en sí, ya es de los lectores.
Y está perfecto que no quieras darle más dinero a un escritor vivo que te parece un trozo de mierda.
Pero no tienes que dejar de leerlo (qué ahí está la segunda mano y las bibliotecas).
La poesía de Neruda o los libros de Harry Potter han pasado a ser de todos sus lectores.
Porque los lectores siempre son propietarios absolutos de sus lecturas.
Y los escritores o sus herederos, solo de sus derechos de explotación.
Por ello, leer, comentar y promover la lectura de buenos libros jamás debe tomarse como una apología a la moralidad de quienes los escribieron.
#literatura
El día antes de morir, una paz repentina inundó a Inés cuando se enteró de que España entera se había quedado sin electricidad.
Se levantó de su puesto casero de teletrabajo y le propuso a Carmen irse antes a comer al parque.
Carmen sonrío.
— Me pinto el ojo y estoy —dijo.
El apagón había coincidido con el Lunes de Aguas, una fiesta salmantina que se celebra al modo pre electricidad, esto es: yendo a merendar junto al río una tosca empanada de embutido.
Carmen quiso comprarse una Coca Cola, pero los dependientes del Carrefour habían formado una barrera humana frente a las puertas abiertas del local. Frente a la estación de buses, una chica miraba desolada su gigantesco móvil inerte. Un poli nacional dirigía la intersección con los semáforos apagados.
Pero cuando llegaron al parque fluvial, era un Lunes de Aguas como cualquier otro.
A la sombra de un árbol recién florecido, rodeadas de universitarios, Inés y Carmen se comieron el hornazo y se tumbaron sobre una gran toalla bajo el cielo azul.
Inés se acordó entonces de sus veranos sin electricidad en los campamentos de las Siervas de San José.
Los monitores alquilaban un prado en algún monte de León, instalaban viejas tiendas canadienses, cavaban unas letrinas y eso era todo. Ni siquiera tenían generador a gasolina. Solo camping gas y linternas de petaca.
Y la noche más oscura, estrellada y sobrecogedora abrigándolas tras cada atardecer.
Mientras observaba un ave rapaz ascendiendo en círculos por una térmica, Inés calculó cómo convertir su casa en un campamento. Tenía un hornillo de alcohol en el garaje. Y varias linternas frontales led. Y una buena provisión de garbanzos.
Con agua y un poquito de alcohol, en una primavera así, podrían aguantar meses.
Leer, dormir, escribir, tumbarse al sol, mirar a Carmen…
Lo que le hacía mas feliz funcionaba sin electricidad.
Al menos, por un tiempo.
Luego, al volver a casa, vieron que los semáforos ya se habían encendido.
#CuentosSinFinal
¿Me ayudas a darle un empujoncito a esto?
"El cura y el barbero", nuestro podcast reivindicativo e irreverente sobre los clásicos de la literatura española, publica su quinto capítulo y sigue buscando su público.
Este 5º va sobre "El conde Lucanor", un libro de relatos escrito por el noble Don Juan Manuel en el siglo XIV, y que viene a ser lo más parecido a un manual de management, gestión y liderazgo para señores feudales de la época.
"El cura y el barbero" está en Apple Podcast, Spotify, Ivoox y Youtube, pero yo aquí te comparto su feed RSS, para que lo puedas escuchar libre y gratuito de verdad.
#podcast #literatura #historia
En "El cura y el barbero" (un podcast de literatura española) acabamos de estrenar nuestro 4º episodio, dedicado al amor cortés y a "Coplas a la muerte de su padre" (1476) de Jorge Manrique, la obra cumbre de la poesía culta medieval castellana.
Analizamos esta poesía y respondemos a algunas preguntas:
¿quiénes eran los trovadores y cuáles eran sus trucos para enamorar a las damas? ¿cómo ha cambiado el concepto “amor” desde la antigüedad? ¿Qué es el código del penetrador? ¿Fue Jorge Manrique la verdadera rock star del medievo español? ¿Por qué leer hoy las Coplas a la muerte del maestre don Rodrigo?
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#podcast #literatura
Marga había pasado la mitad de su vida adulta hablando con voz susurrante.
Ese tono íntimo y confidencial, usado por niños que se cuentan secretitos y cantautores románticos franceses, había sido un deje casi oficial para bibliotecarios como ella.
Además, durante más de 25 años, Marga había trabajado a la sombra de una directora que concebía la biblioteca como una catedral del silencio. Penetrar en su espacio pasaba por acatar esa ley o ser invitado a callarse e incluso a marcharse si se obstinaba en la falta.
Había quien lo desconocía todo de la técnica de la voz susurrante y solo sabía hablar a voces. Había quien carecía de la empatía y la inteligencia para entenderlo. Luego estaban los locos y los que, por falta total de contacto con la lectura, ni siquiera habían recaído en la necesidades de la concentración.
A lo largo de los esos 25 años, Marga había desarrollado un método para cada neutralizar a cada usuario ruidoso. Acataba las órdenes de su jefa, si bien no su intransigencia, no su peste a clasismo cultural.
Ahora a Marga la acababan de nombrar directora de una nueva biblioteca, inaugurada en el barrio más popular de una pobre ciudad de provincias. Su gran espacio diáfano se abría a la ciudad desde lo alto de una colina a través de amplias cristaleras.
Y un grupo escolar de primaria acababa de cruzar su umbral transparente.
Marga pensó en ese otro lugar donde pasó 25 años, ubicado en un palacio renacentista construido para proteger a los de dentro de los de fuera.
Los niños se habían dispersado por el espacio diáfano. Una pequeña bomba de susurros y ruiditos de ratón expandía su onda. La profa les pastoreó hasta que se sentaron en la alfombra del área infantil.
Entonces, la directora empezó a contar la historia del guisante, que dura un instante.
La opositora dejó de estudiar. El lector de periódicos dejó de leer. Toda la biblioteca dejó lo que estaba haciendo y la escuchó contar su cuento, con su voz nada susurrante.
#CuentosSinFinal
¿Me echas una manilla para mover esto?
El Cura y el barbero -mi podcast irreverente sobre literatura española- acaba de sacar su 3º capítulo y todavía anda buscando su audiencia.
Este lo hemos dedicado al Libro del buen amor, escrito en el siglo XIV por el Arcipreste de Hita, una verdadera rareza, alejada de la misoginia habitual en la época, donde la religiosidad medieval se mezcla con un canto a la vida y al sexo, todo con mucha ironía.
De paso respondemos a cosas tan trascendentales como ¿Comieron Adán y Eva manzanas realmente? ¿Era virgen la virgen?¿Por qué los curas católicos no se pueden casar?
Está en Spotify, Apple Podcast, YouTube e Ivoox, pero como siempre aquí te comparto su feed RSS para que lo puedas escuchar libre y gratuito de verdad.
Me aburro tanto con mis obligaciones que, para escaquearme, escribo trocitos de novelas que no voy a escribir. Este es un trocito.
"Reconocí ese moño varios bancos por delante de mí, dispuesto de modo que sus orejas quedaban tapadas con el pelo ensortijado que se recogía como una coliflor flamenca a la altura de la nunca. Yo tenía fichadas a las poquísimas personas que acudían a esa iglesia fuera de los horarios de misa. Bueno, fichados sus cogotes, porque yo siempre me sentaba atrás, alejado de las primeras filas. Seguía la misma lógica que en el instituto, la misma que en la universidad. Las primeras filas, para los más devotos perpetradores del sistema de creencias establecido. Aunque de esos, en la iglesia, me estaba encontrando más bien pocos. Estos edificios, que ocupan los lugares más prominentes de Salamanca, cada vez tienen un papel más marginal en su vida social. O al menos eso creo. O al menos esa fue la creencia -que las iglesias ya no se usaban- que me motivó a empezar a usarlas yo sin creer para nada en Dios.
La chica del moño, por cierto, tampoco creía. Bien tapaditos con el pelo llevaba unos auriculares bluetooth. Y por el bailecito de sus botas sobre el suelo sacro no creo que estuviera oyendo cantos gregorianos. La tenía bien calada."