Ya no hay hogueras de libros. Hay algoritmos que castigan lo incorrecto. Ya no
hay un dictador que impone silencio, hay un miedo generalizado a decir lo que
se piensa. La palabra se desinfla, el pensamiento se diluye, y todo debe
pasarse por el filtro de lo políticamente correcto.
La ironía se malinterpreta. El disenso se cancela. El desacuerdo se tilda de
odio. Y sin disenso, sin provocación, sin contradicción, el pensamiento se
estanca.
Estas lineas son para quienes rechazan esa mediocridad. Un espacio para valorar
la reflexión auténtica, el debate honesto y las conexiones genuinas. Aquí se
mantiene vivo el fuego de la curiosidad y el pensamiento crítico. Como decía
Bradbury, vivimos en una época en la que la gente tiene miedo de ofender. Así
es como empieza la censura.
Leer sigue siendo un acto de resistencia. Pensar, un acto de valentía. Decir
lo que otros no quieren oír, un acto profundamente humano.
Si estás cansado del ruido y buscás algo más profundo, bienvenido.
¡Viva la libertad!